Los cinéfilos siguen arribando, los periodistas, los realizadores y todos los que hacen los filmes presentados en esta fiesta. Entre multitudes, calles cerradas, mal servicio de transporte, lluvia, y más misterios, las alfombras rojas siguen capturando el interés y la curiosidad de todo el mundo. Las exhibiciones especiales (Bombay Talkies, de la mano de 4 de los más importantes directores hindúes), las obras de culto con su realizadores (Alejandro Jodorowsky con La Danza de la Realidad) y homenajes (Marcel Ophüls, toda una vida fílmica), así como las por fin activas (y sin mayor problema, afortunadamente) sesiones de cine en la playa, le dan movimiento a este gigantesco evento.
Blue Ruin, película americana escrita y dirigida por Jeremy Saulnier con la única pretensión de "entretener al espectador", según dijo en una entrevista mientras presentaba su película.
La visión de un director jóven, de talla independiente, se ve reflejada en la dirección de sus actores, la narrativa visual y la estructura del guión. Situada en la época actual, en alguna ciudad americana, acto violento tras acto violento, y alguno que otro chiste.
El filme fluye al ritmo del corazón del personaje, Dwigth, representado por Macon Blair, los diálogos son concisos, suficientes. No esperen un montaje tipo película de acción gringa. Sí hay balazos, sí hay muertos y persecuciones, que suceden durante todo el filme, sabiendo exactamente lo que sigue en la historia, con extrema tensión y ganas de saber el cómo.
El guión es simple, un hombre de veintitantos que va a matar a los asesinos de sus padres. Sin enredos, ni giros de tuerca estilo hollywodense, Saulnier nos guía a través de la historia de manera orgánica, chistosa e irónica.
Filme recomendado, diciéndoles que Saulnier lo logró, entretener al espectador, además de generar esta mezcla de sentimientos que lo lleva a pensar en el asesinato más allá de una venganza, como una causa de honor, asunto que contrasta en la estela moralista estadounidense.
L’inconnu Du Lac
por Alejandro Moreno
Ese no tan obscuro objeto del deseo en el cinéfilo mexicano acotado cómica y bruscamente como “cine de temáticaâ€, en un ánimo todo-englobador de cualquier película con rastros LGBTTTI mínimos o exacerbados, sufre en latitudes latinoamericanas, y vaya que sufre, de un patético entusiasmo (enraizado, sí, en sociedades moralistas-a-morales) por exponer a los individuos que no gozan de felicidad propia o comunitaria: al amar, padecen; al reír, se disimulan; al nadar, se hunden; al ir de fiesta se azotan y hasta al coger, derraman las de Petra von Kant.
El filme de dicho “género†no demerita en calidad fílmica, técnica, crítica, estética, no. Pero el agua salada en las mejillas de sus protagonista podría rehidratar el mar muerto de ser necesario. Todo otro “sub-géneroâ€: emoción y anécdota suelen verse sodomizadas en la búsqueda de una auto-expiación, aparentemente irredimible.
No es bajo este estigma si no a partir y a través del mismo, que encontrar un filme francófono como L’inconnu Du Lac†de Alan Guiraudie se proyecta como una experiencia esperanzadora, a la sazón entretenida y de paso aleccionadora.
Guirauidie erotiza, gráfica y no gratuitamente. Eyaculatoriamente atrevido, se permite re-dimenzionar a los cuerpos varoniles con propiedad: cuerpos que en vaivenes amatorios se permiten disfrutar, disfrutar y al tiempo dan cabida a su existencia como seres cotidianos, conscientes tanto de sus sentimientos como de su comunidad, entorno y los rebujos que incitan las comidillas sin devorarse ni destrosarze en pedazos.
Guiraudie entonces analiza: los comportamientos primarios del hombre-hombre, así como la conformación, deriva y decadencia de proto-comunas que gozan de la privacidad que la secrecía pública: los contactos de nuestras necesidades amatorias y de empatía fraternal. Dos hombres pueden destrozarse el culo por amor y engañar con una sonrisa en la boca. Pueden ser herramientas vívidas de catalización, escape y auto-reconocimiento con el simple hecho de hablarse de frente, compartir el sol sobre las rocas templadas al pie de un lago, en el que igualmente pueden sumergirse o nadar juntos por el simple gusto de dejar el tiempo ser/pasar.
L’Inconnu Du Lac cuestiona los límites del sacrificio naïve, y/o de la credulidad de la inocencia romántica en la edad adulta. Sus personajes pasan por eso a contra-tempo, se sofistica un suspense de alta ligereza, al tiempo que patetiza el detectivismo de cómica intriga. Corrompe esquemas del “género†para salvar vacíos pseudo-catárticos**, para permitirse un éxtasis, un disfrute común (agradecido, mucho, por el espectador de sexualidad divergente a los personajes en pantalla).
El filme de Guiraudie no llegará muy pronto, ni a muchas pantallas en cines cercanos al lector hispano parlante de este texto, pero podemos asegurar que habrá un festival que le dé espacio como un riesgo de programación redituable. Y entonces ojalá los cineastas arriesgados, “de temáticaâ€, puedan observarla y reconsiderar que el lamento polaco, el blanco y negro irredento y la purga devastante no conllevan adheridos, per se, las etiquetas de buen gusto, interés o -siquiera mínima- trascendencia.
22.05.13