por Isabel Ocadiz
La obra maestra de Scott Fitzgerald es The Great Gatsby (1925), donde nos encontramos con su visión de la post-guerra, reflejando el desajuste emocional que las milicias sufrían a su regreso, así como toda consecuencias que viene con el número de fallecidos en la primera guerra mundial. En este tono, Baz Luhrmann regresa a la pantalla grande para dirigir El Gran Gatsby (2013), la adaptación más exacta āsi recordamos la megalomanía de la familia Capuleto y el tinte México-Florida de los Montesco, una colorida y controversial cinta de Romeo y Julietaā, pues Luhrmann con su singular característica grandilocuente para dirigir películas puede ser amado u odiado. Sin duda, esta vez el director y guionista consigue trasladarse al corazón de Fitzgerald.
Para poner el argumento en contexto, Fitzgerald fue un escritor cuya obra se dio tras la Primera Guerra Mundial; más tarde se enamoraría de Zelda, quien estuvo a punto de casarse con él. Dicha experiencia, que revive Luhrmann por medio de Leonardo DiCaprio (Gatsby) y Carey Mulligan (Daisy), se ve claramente cuando el protagónico intenta hacer entender a la chica en cuestión que ellos deben estar juntos porque se aman. El filme propone un rasgo psicótico en el personaje de Jay Gatsby, pues en las líneas de cada dialogo se encuentra la frase: āes muy difícil hacerla entender; ella me ama a míā, situación que parece haber sido vivida por Fitzegerald, quien según rumores intentó demostrar a aquella mujer que la amaría y apoyaría por siempre.
Proyectando un poco de su inconsciente, tal dialogo se convierte en el discurso, esencia, motivador y delirio del personaje principal; debo decir dudo mucho que Luhrmann no haya planeado con detenimiento estas secuencias con reiterativo discurso.
Dentro de las mejores locaciones posibles, el diseƱo de arte te envuelve en una droga visual. No, el público no está alucinando. Las majestuosas fiestas, vestuario y música (me refiero unicamente al arreglo de Rapsodia en azul, G.Gershwin) sí están ocurriendo. Egocentrismo puro fue la raíz de la producción cinematográfica, que además significa el nuevo hit del actor Leonardo DiCaprio, puesto que todo esto tan exquisito genera un entusiasmo tal en su personaje que por fin podría asesinar la sombra de Jack Dawson (Titanic, 1997), en esta historia de obsesión por la cual creo será recordado por mucho tiempo; me atrevo a decir que quizá ha dejado atrás a Robert Redford quien siempre será recordado por The way we were (Pollack, 1973) pero no más por The Great Gatsby (Clayton, 1974).
A lo largo de las noches del verano llegaba la muĢsica desde la casa de mi vecino. Por sus jardines azules se paseaban hombres y mujeres cual chapolas, en medio de susurros, champanĢa y estrellas. En las tardes, cuando la marea estaba alta, yo veiĢa a sus hueĢspedes zambullirse en el agua desde la torre de su plataforma flotante, o tomar el sol en la arena caliente de su playa, mientras sus dos botes de motor cortaban las aguas del estuario, arrastrando los deslizadores sobre cataratas de espuma.
F. Scott Fitzgerald, 1925.
Este fragmento pertenece a la obra literaria de Gatsby, entendemos que Luhrmann ha captado a través de su cámara cada una de las palabras que describen el ambiente social, sumamente estético, lujoso y extravagante en el que se desenvuelve la obsesión del amor perdido, igualmente existen varios fragmentos del libro donde Fitzgerald plasma imágenes poéticas que hoy pudieron llevarse a Hollywood en esta cinta.
Hablando de la parte económica, El gran Gatsby se ha gastado 105 millones de dólares. Nunca imaginamos tan āmodestaā suma, después de ver la desmesurada producción āpues revisando Australia, que gastó 120 millones de dólares dejándonos un tanto decepcionadosā, que permitió nuevamente dar a conocer el estilo de Luhrmann en cada escena, diferente por ejemplo a Moulin Rouge (2001) que a pesar de mostrar la belleza de Nicole Kidman (en ambas cintas, de hecho) parece ser Carey Mulligan, quien capta mejor las miradas por la turbulenta interpretación de Daisy Buchanan, exitoso paso después de haber sido dirigida por el maestro Joe Wright en la película Orgullo y Prejuicio.
Finalmente la causa por la que se sigue adaptando The Great Gatsby, tiene relación con la perturbadora experiencia amorosa de Fitzgerald y los episodios proyectivos en sus obras literarias, un elemento que dio fuerza al contenido.