por Arantxa Sánchez
Llegó el verano y, con él, caen sobre la cartelera una serie de producciones cinematográficas que apañarán los cines durante los siguientes meses: las películas infantiles ¿opción para palomear, intensear, reflexionar o disfrutar? Entre otras Mi villano favorito 2 (Coffin & Renaud, 2013) se postula como una opción para estas vacaciones.
Siempre es complicado lograr la fórmula del éxito en la industria cinematográfica y, cuando se trata de una película infantil, las dificultades se duplican. Mi villano favorito 2 acepta el reto de continuar con el trabajo que inició en 2010 con la primera película que recaudó cerca de 540 millones de dólares sólo en Estados Unidos.
Dicha fórmula es más o menos la misma: el ex villano Gru (con los minions de vuelta), junto con sus tres hijas –la incipiente adolescente Margo, la pequeña Agnes y la temeraria Edith–, tendrán que enrolarse en una nueva aventura que incluye salvar al mundo, aprender más y más sobre las tareas de ser padre, enamorarse y lidiar con un nuevo personaje principal, la pelirroja e impredecible agente Lucy Wilde.
Dirigida por Pierre Coffin y Chris Renaud, esta secuela mantiene el ritmo y recurre a lo que ha sido su mejor arma, los pequeños seres amarillos ayudantes de Gru: los irreverentes minions; y sí, la película es prácticamente de ellos. A comparación de la primera entrega, la dupla se preocupó por introducir una historia un poco más complicada, con más acción, más movimiento y menos chistes malos.
El verdadero trabajo está en evitar que Gru y compañía sean parte de la lista de películas que pasan sin pena ni gloria y consolidarlos como un referente en el cine, es inevitable: la carnicería entre productoras es cada vez mayor, por lo que Illumination Entertainment, de la mano de Universal Studios, pretende ser una nueva opción de creación animada.
Buen diseño de personajes pero sin mucha novedad y nada que los resalte. Animación de calidad pero sin proponer un nuevo estilo para ello. Misma estructura narrativa, mismos perfiles de personajes de las películas infantiles. Al parecer Illumination Entertainment aún no se quiere arriesgar mucho y se queda en el molde cómodo que garantiza varios millones de dólares.
Como cuarto largometraje, es entendible que sus creadores no quieran perder el décimo puesto como la producción animada más exitosa en la historia de Estados Unidos. Por momentos, hay escenas que brillan y crean la ilusión de un trasfondo más acido y quizá un poquito menos infantil, acompañado de la música de artistas como Pharrell Williams y un popurrí setentero.
Pero no, la esperanza de que Gru sea un personaje mucho más interesante que el padre abnegado se pierde y después de jalarle las orejas al guión, regresamos la formula del éxito. ¿Por qué no mantener sus dotes de villano para hacer un ejemplo simpático y más entrañable como Hades en Hércules (1997) de Disney? Algo anda mal, pues ni siquiera la introducción del nuevo personaje pelirrojo logra el equilibrio y un punto de atención. La insipidez es evidente.
Por el contrario, de manera extraña, Mi villano favorito 2 prefiere y plantea una bizarra relación con el público en Latinoamérica: el principal sospechoso de ser el súper villano es una rara combinación entre luchador mexicano y un galán español muy a la Antonio Banderas. Cliché aquí y cliché allá, el híbrido que logra se estanca en los estereotipos del panzón, amante de la salsa y los nachos, con nopales, zarapes y sombreros.
Sea o no estrategia de mercadeo y taquilla, el buen sabor que se acumula con la participación de los minions y la fortuita ternura de Agnes, pero se borra con la malísima representación de la maldad. Al parecer, el hecho de enseñar a los niños que está bien reírse y creer que todo lo mexicano o latinoamericano es bajito y bigotón destinado a la mala suerte, es la nueva estrategia para llenar cines.
Con el proyecto en puerta para presentar un proyecto exclusivo de los minions (a estrenarse en 2014), Illumination Entertainment comienza a despegar más y más. Ni modo, Mi villano favorito 2 es entretenida, con la suficiente capacidad para sacar carcajadas y mantener al espectador durante hora y media sin más complicaciones. La cartelera se llena pero las expectativas por una buena producción animada aún continúan.
03.07.13