La vida en porno. Editorial octubrina
Un rire qui se perd sur sa bouche
Voilà le portrait sans retouche.
Piaf
Si cualquier emplazamiento de cámara era una cuestión moral para los integrantes de la nouvelle vague, para la pornografía tan sólo una posición, una disposición, de los cuerpos ya lo es. El asunto. El verdadero reto era presentar a la pornografía en todo su esplendor cinematográfico sin ensuciarnos demasiado (aunque quisiéramos). Sin darle al lector un motivo para que nos dejara de leer:
"Claro", decía nuestro hipotético lector, "era de esperar que estos nacos usaran el arte gráfico de los cuerpos" (el porno en el estrecho concepto de buen gusto, manierismo puro), "para darse valor y evidenciarse", hipotéticamente querría evidenciar algo brillante y morboso, valga la redundancia. Pues no. Todo lo cuidamos.
Nosotros partimos de una premisa importante para exponer sobre el porno. Queremos ver en la pornografía una maquinaria de comunicación audiovisual salvaje (hermanada con el periodismo, la publicidad, el graffiti, la poesía slam y su innegable preponderancia en todo el internet), quizá la más extrema, la más antigua seguramente. Es que el porno contiene y es el mensaje. Representa y es al mismo tiempo.
Para darnos una idea de su complejidad, ninguna de las palabras que se han usado hasta aquí, ni es ni puede ser lo que representa, por ejemplo (sólo el ideograma chino se acerca a esta simbiosis, mas al pronunciarse se esfuma la posibilidad), mientras que cualquier fragmento de cualquier recoveco clasificado de su predilecto sitio de internet que contenga su locura libidinosa más secreta es lo que pone en escena. Esa calidad, esa claridad, es el unívoco poderío del mensaje pornográfico. Es la cosa simulada vuelta paradigma visual, convertida en un traficante de estímulos cuantiosos, pues es en el porno donde nos vemos a nosotros mismos en esa escena del origen de la vida humana.
Ahora, cuando esa grafía es usada para algo más... algo más ramplón como contar una historia o trocar, de plano, el mensaje mismo, es un asunto digno de analizar, de abordarse como acostumbramos. Para F.I.L.M.E. que el porno le tienda sus brazos al cine es digno de llamar nuestra atención. He ahí nuestro dilema resuelto, y esperamos que a usted, inteligente y perverso lector (valga esta otra redundancia), le agrade.
Siga la huella de los fragmentos de cuerpos desnudos que será la constante de este mes con la que identificarán el tema y diviértanse pensando en lo que ve el que escribe, en lo que usted ve en el que escribe. Sustancias, habrá. Ruidos rijosos, también. Ideas, siempre. Pase y siéntese. Váyanse acariciando tiernamente. Como sabe.