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Muestra 55. Gloria

por Julio César Durán

 

Gloria, campo de sonrisas, agua en el desierto,
corazón abierto.

Aventura de mi mente, de mi mesa y de mi lecho, 

del jardín de mi presente, te espero Gloria.

Umberto Tozzi

 

Los hermanos Larraín en la producción, Gonzalo Maza en el guión, Benjamín Echazarreta en la cinefotografía y Sebastián Lelio en el montaje –con la colaboración de Soledad Salfate– y al frente de la orquesta, crean un sencillo y emocional cuento sobre cómo una mujer vive la edad madura en el Chile actual, con todas las contradicciones de pertenecer a un país latinoamericano en plena convulsión.

Gloria (Lelio, 2013), que ya ha hecho a su protagonista ganadora del Oso de Plata a la Mejor Actriz de la Berlinale, es la más reciente película de Fábula Producciones –hacedores del cine chileno más atractivo y exportable de los últimos años– que llega a México para formar parte de la 55 Muestra Internacional de Cineteca Nacional.

A través del personaje que le pone nombre al filme, Sebastián Lelio (El año del tigre, 2011) compone una mirada sobre el Chile contemporáneo. Se trata de una suerte de representación de las inquietudes, intenciones, miedos, esperanzas que poseen, tal vez, los habitantes de la capital, Santiago. Gloria (la increíble Paulina García) es una mujer que se encuentra en sus últimos cincuenta, una edad donde parece que la vida clasemediera se vuelve tranquila o que entra en una medianía insoportable, sin embargo a través de esta señora daremos cuenta de la resistencia a dicha limitación que quiere imponerse en esos años, y que desea llenarse de risas, charlas, baile, sexo, en fin, de vida podríamos decir.

Un tipo de personaje, si no raro, poco común en el cine latinoamericano (y que, por ejemplo, el cine mexicano nos ha quedado a deber por los clichés de la edad), es interpretado con mucha fuerza en la reciente película de Lelio, donde la mujer madura no busca empoderarse de su propia vida sino que ya posee ese poder y tiene las riendas de él.

Gloria es una persona fuerte, decidida aunque solitaria, pero tiene plena consciencia del dicho que reza “esto no se acaba hasta que se acaba”, lo que no encuentra es una dirección. Con deseos bien plantados, con una rutina independiente de sus hijos y su ex marido, ella busca más de lo que ya tiene bien armado en su vida cotidiana, justo algo que en apariencia encontrará con Rodolfo (un odioso Sergio Hernández), un hombre separado de su esposa e hijas que constituirá una opción para compartir ánimos y pasos en esta edad.

Los hombres de este filme se quedan cortos. Lo interesante siempre será la protagonista, quien demostrará su fuerza e independencia en comparación con el elemento masculino que acá se representará como dependiente de su anterior vida y como falto de decisión. Ella es extrovertida, inteligente, quizás no posee una economía holgada, pero puede prescindir de cualquiera en ese aspecto y lo más importante, no busca el cuidado ni ser dominada por nadie más.

Justo lo que Gloria busca es esa pequeña chispa que termine por llenar su existencia, por darle plenitud. Diría Agustín de Hipona “ser dichoso es no padecer necesidad”[1], cosa que vemos en el día a día del personaje femenino, pero aún falta algún elemento que complete el cuadro, elemento que no obstante, ella se dará cuenta hacia el final que ya goza, pero hará falta la odisea (donde por supuesto se reencontrará con su Ítaca personal) para poder afirmarlo.

El realizador coloca a una mujer diferente, valiente, compleja, que hace participar al público de sus aventuras y ser empático con ella. Gloria, como la generación a la que pertenece (al menos la que vemos en pantalla) tiene pensamiento poco afín al sistema de derecha que sufren muchos países de América Latina, pese a cualquier comodidad/estabilidad que pudiera pedir una persona en el umbral de edad que ella atraviesa. Gloria es capaz de disentir, de tener ideas que se distinguen de sus parejas ocasionales, de voltear a una ciudad de Santiago que no es perfecta y no fingir. Con la ayuda de una figura de madurez, Lelio y García miran, con los actos de la protagonista y con la cámara, hacia la juventud y hacia una desesperación que tendrá que terminar en catarsis de borrachera en fin de semana, para después retornar a la cotidianidad en la que notaremos la transfiguración: Gloria no necesita tener una pareja de baile para ser plena.

Con una posición política sobria pero que mantiene sus ojos en la actualidad social de Chile sin ningún miedo, Gloria logra un ensamble actoral emotivo que sabe jugar bastante bien dentro del guión que Sebastián Lelio traduce en imagen, que incluso le hace un guiño a la escena final de Beau travail (Denis, 1999) para encumbrar un desenlace poco nostálgico pero igual de poderoso, tanto como lleno de luz.

Esta película es una de esas piezas de cine comercial que no está peleado con la mirada autoral, que con todo su compromiso no se evade de una realidad contemporánea y que también tiene el buen gusto de dejar un gran sabor de ojo al salir de la sala de cine.

 

13.11.13

 

[1] De beata vita, 4, vers. XXXIII.



Julio César Durán


@Jools_Duran
Filósofo, esteta, investigador e intento de cineasta. Después de estudiar filosofía y cine, y vagar de manera "ilegal" por el mundo, decide regresar a México-Tenochtitlan (su ciudad natal), para ofrecer sus servicios en las....ver perfil
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