Nuestro colaborador especializado en el cine latinoamericano ahora disfruta de ron y son en el Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, Cuba, y nos hace llegar este texto sobre una de las películas que más le ha llamado la atención.
por Axel Ancira
¿Qué es América Latina? ¿Quiénes somos los que la habitamos? Preguntas de macrorrelatos que difícilmente pueden encontrar respuestas en un filme, incluso en una corriente o vanguardia, y que más que eso, se han abandonado. Sin embargo, Pelo Malo no renuncia a contestarla, desde la pequeña escala de personajes en búsqueda contante de sí mismos. La infancia, edad terrible de definiciones, es tomada como un pretexto para señalarnos las dificultades de definir una personalidad en un mundo que tiene formatos ya definidos para existir, y en donde se estipula que lo mejor es estar arropado por un modelo para no sufrir el terrible acoso de ser diferente.
El pelo de Junior, un niño llamado a ser hombre: ese es el centro de un conflicto que pasará de ser un tema insignificante, hasta convertirse en un símbolo de disputa en donde se evaluará la identidad sexual. Un pelo malo, indómito, que no puede ser peinado, y por lo tanto se convierte en el impedimento para ser un verdadero cantante. El primer paso para el pequeño de nueve años, es tomarse unas fotografías. Nuevamente el tema de la identidad pasa por la posibilidad de construir una imagen, aun sea ante el fotógrafo oportunista del barrio, que les vende (a Junior y a su pequeña amiga) el sueño de convertirlos en un ramplón fotomontaje en miss universo o en un cantante.
Es la Venezuela contemporánea, antes de la muerte de Hugo Chávez. Los trayectos de Junior, junto a su madre, por las avenidas de la ciudad, nos permiten ver una importante campaña política, con lo que el filme nos muestra de manera sutil, pero efectiva, las intrincadas fricciones de una sociedad divida. Nada de esto es parte del mundo de Junior, en la intensa pelea con su cabello, maldiciendo el reflejo en el espejo que lo muestra con su pelo rebelde, aunque él demostrará serlo más.
La madre de junior ha perdido dos trabajos consecutivamente, así que su principal interés es recuperar su antiguo trabajo de vigilante. Nuevamente, la elección de la actividad de esta mujer, no es una casualidad, en un país que junto a México, cuenta con las ciudades más violentas del mundo. Junior, quiere ser cantante, pues siente intensamente la música, y tal vez porque se ha construido una fantasía desde la soledad; espacio para imaginar la vida de miles de vecinos y sus pequeñas viviendas que él puede ver, desde los andadores del edificio. El abandono de su madre es por una parte, producto de los efectos de la explotación laboral: el desempleo, el hambre y la carencia, ese actante tan naturalizado por creadores y espectadores, hasta el punto de casi olvidar que existe, es operante y debe ser siempre expuesto y nunca naturalizado; pero el abandono de junior es también el abandono por el desprecio. Ante la ausencia de su padre, de quien sabemos ha sido asesinado, la madre endurece su trato y se convierte en una macha-mujer: adquiere todos los símbolos de fortaleza física, dominio posesivo en sus relaciones sexuales (emotivas parece no tener), la crueldad en el trato con su hijo, que terminará en la duda de si lo mejor que puede hacer es vendérselo a la abuela. La madre es, pues, la introyección de un macho, hecho mujer, que teme que sus hijos varones, adquieran las características para ella femeninas: debilidad y sensibilidad.
Pelo Malo es un filme que supera las carencias de sus personajes: si para la madre, sobrevivir en un mundo violento y de trabajo precario es solo posible, a condición de adquirir las características más terribles del macho, el filme, por el contrario, maneja de manera inteligente la ambigüedad, y no cae en la simpleza argumentativa de proponer una respuesta que solucione los conflictos. Es la violencia que Junior ejerce contra sí mismo, para recordarle a los espectadores todas las violencias necesarias para transitar de la infancia a la adultez, y la justa indefinición sobre la verdadera identidad sexual de Junior, lo que manifiesta la tensión entre el mundo del filme y los espectadores; y es que por encima de las particularidades de las condiciones de vida de un niño en la Venezuela contemporánea, el tema es la eterna lucha generacional, donde los hijos constantemente son mucho más complejos que los limitados márgenes de los formatos con que los padres miran a sus hijos.
12.12.13