por Arantxa Sánchez
Una filmación casera, soy tu peor pesadilla. El pelo negro alborotado de una chica, soy tu peor pesadilla. Los gritos, la entonación, el enojo, la rabia, la fuerza; es ella, la del tatuaje de corazón, la niña política, es Kathleen Hanna: el mejor sueño del movimiento punk feminista.
Icono importante de este movimiento,líder de la desaparecida banda punk Bikini Kill, fundadora del Riot Grrrl e integrante del grupo Le Tigre, Kathleen Hanna trata de no dejar de ser ella, de contar su vida con esa montaña rusa de vivencias musicales, políticas y personales.
Con The Punk Singer (2013), la directora estadounidense Sini Anderson no abandona los parámetros tradicionales del documental: imágenes de archivo, entrevistas, videos musicales, videos personales, la musicalización correcta y pertinente para darle vida a una producción que constó de más de tres años para lograr un excelente trabajo de recolección e investigación, un montaje lineal, claro, sencillo, eficaz, directo.
Además de abordar la biografía y realizar un homenaje de un personaje contemporáneo tan importante, Sini Anderson arma y colorea un retrato humano a través de la calidez de una mujer que es como cualquier otra persona: frágil, fuerte, con rabia, con furia, con miedos e inseguridades.
Gracias a esto, la directora se vale de la cercanía que consigue con Kathleen Hanna para jugar y coquetear con la delgada línea de lo objetivo y lo subjetivo, de lo sincero y la apología, pero sin más problema, logra su objetivo y obtiene una pieza valiosa por su contenido y valor testimonial.
Anderson y la niña del punk inician un viaje musical que se combina con la experiencia de vida: ser cantante, ser activista, ser mujer, ser persona, ser amiga, ser esposa, ser artista, ser un modelo a seguir que logre la complicada unión entre la música y la política.
Así, además de los logros formales del documental con sus imágenes nítidas, su fotografía impecable y todos los aciertos musicales, The Punk Singer consigue un diálogo intimo con su protagonista, mismo que se presenta al espectador de un modo genuino y franco: este es mi trabajo, esta es mi vida, estas son mis creencias, esta es mi ideología, este es mi arte.
Después de casi 20 años, la niña del pelo negro alborotado sigue en pie, los proyectos musicales siguen, las amistades persisten, las convicciones políticas perduran: soy tu peor pesadilla, soy tu peor pesadilla, ella es Kathleen Hanna.
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10.02.14