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Un mito que creció en Coco

Al calor de la información sobre el taquillazo de Coco (Unkrich y Molina), aquí presentamos un detalle analítico que podría haber pasado desapercibido, pero que de pronto puede ser de utilidad más que cinéfila.

 

por Héctor Arce

Casi todos ya han visto Coco, y los que no será más por falta de interés que de oportunidad. Son muchos los elementos del filme que vale la pena comentar, aunque sólo sea para rememorarlos: el valor de la familia mexicana está en primer lugar, seguido del apego a la tradición y a las costumbres, como los abuelos que envejecen rodeados de sus seres queridos y no olvidados en un asilo, o los perros de la calle que, más que ser de nadie, son de todos.

Después de ver la película busqué en internet más información sobre el filme, como quiénes eran los actores de doblaje o cuáles fueron las dificultades al tratar de entender la idiosincrasia del mexicano; fue muy divertido encontrar que los de Pixar agregaron piñatas de sus personajes como referencia a sus otras películas, y fue divertido porque no parece algo que tuvieran qué hacer a propósito. Si uno va a cualquier puesto de piñatas en México, encontrará a Mike Wazowski o a Buzz Lightyear antes que las cada vez menos comunes piñatas de estrellas. Tratando de hacer un guiño a sus otros trabajos, tuvieron, sin saberlo, un sesgo aún más auténtico.

Otro detalle curioso fue descubrir que la escena de la abuela con la chancla en un principio estaba pensada con una cuchara de madera. Ese calzado particular, como elemento de tortura del infante connacional está grabado no sólo en las mentes, sino en los corazones de todos nosotros. Sin ese elemento, nuestro retrato estaría incompleto.

Por otro lado, que la película no lleve el nombre del niño protagonista, sino el de la última portadora de ese linaje, es un detalle que no se puede ignorar. La importancia de los abuelos en nuestra cultura es capital, y la manera en que representan a "mamá Coco" es como si todos los mexicanos tuviéramos a la misma abuela, con esa cara impasible, arrugas talladas sobre papel maché, sonrisa sólo insinuada, nunca de una alegría desbordante, sino de paz, con todo y delantal como uniforme perpetuo de sus labores de matriarca.

Sólo hay un elemento de la película que, en un primer momento, parece un tanto gratuito, me refiero al papel que juegan los alebrijes. Para exponerlo, primero es importante saber de dónde viene este rasgo tan presente en el México contemporáneo. Los alebrijes no forman parte de nuestro pasado colonial, ni de esos dos mundos que, al colisionar, cimentaron los pilares de nuestra cultura. Estas criaturas fantásticas, que parecen evocar a bestias del folklore indoeuropeo, como el grifo o la quimera, son una invención del siglo XX cuyo mito etiológico deja mucho que desear.

Aunado a esto, sobra decir que no tienen relación alguna con la tradición del día de muertos. Sin embargo, su presencia se ha vuelto algo común en la idea que se tiene de México en el mundo, y es innegable que su exotismo y color forman parte ya de nuestra identidad. Las tradiciones de un pueblo, como lo es el mexicano, se fundamentan a través de los mitos, que se transforman con el tiempo y con las sociedades.

Los creativos de Pixar no alteraron elementos del folklore mexicano para agregar a los alebrijes a su relato, más bien se valieron de los espacios vacíos para integrar en ellos un elemento actual de nuestra cultura que necesitaba de ese trasfondo más sólido para, de esta manera, asegurarse un futuro en nuestras costumbres.

Antes de Coco los alebrijes no eran más que una aparición caprichosa en un sueño de algún artista, y ahora, después de, les agregaron el valor de ser los espíritus de las mascotas que se quisieron tanto en vida (interpretación que se justifica con la importancia que tienen los animales en la sociedad contemporánea), compañeros inseparables del difunto en el otro lado. Por todo esto, en la humilde opinión de un servidor, Pixar no sólo no perjudicó la imagen de México en el mundo, sino que incluso enriqueció nuestras costumbres al retomar elementos del folklore y reintroducirlos al mito sin afectar su esencia.

 

17.11.17

Mr. FILME


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La letra encarnada de la esencia de F.I.L.M.E., y en ocasiones, el capataz del consejo editorial.....ver perfil
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