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VMT: varias mentes transtornadas
por Pedro Acuña

 

Me encanta el video aficionado, y el tuyo es el más aficionado que jamás haya visto.
Willie, el conserje.

 

Un video mixtape (VMT) es una colección de clips de películas, programas de televisión o videos caseros, generalmente distribuida de forma ilegal. Eso dice en Wikipedia y, frente a la gran diversidad de mixtapes que se pueden encontrar, no hay mejor definición.

Un video mixtape es una compilación de extractos de diferentes fuentes visuales (en nuestro país nos es más conocido el mixtape musical –los casi extintos cassettes–). La idea detrás del mixtape musical es la misma que está detrás del video mixtape. Ambos buscan dar un tour no conclusivo por una experiencia específica, ya sea un grupo, un género, una época, un director, etcétera.

La cultura del video, iniciada de manera masiva con un ya irreconocible (MTV, empieza a finales de los ochenta, a la llegada de las videograbadoras Betamax. A partir de ahí, se conservarían los programas que más nostalgia evocaran, los partidos de futbol más inolvidables y las películas que definirían al usuario de las videograbadoras. Aunque el formato de 8mm fue el primero que transportó la grabación en video a las masas, no fue hasta la Betamax que las masas pudieron detener el movimiento telúrico e incontrolable del más grande retador de la percepción en la segunda mitad del siglo veinte: la televisión. Las grabaciones en Beta densificaron los recuerdos o, mejor, se volvieron un apéndice de ellos: se llegó al sueño húmedo de la mnemotecnia renacentista, pues, por primera vez, se tenía a la mano un elemento de apoyo de la memoria con una relación 1:1.

“¿Qué pasó ayer en el show de X?” “¿Para qué te cuento? Mejor te paso la grabación”. Ya no era necesaria una narrativa, contar qué pasó, sino que se tenía un elemento para repetir esa percepción y re-producir la multiplicidad de sentidos y sentimientos contenidos in nuce en tal o cual programa. Si Walter Benjamin se sorprendía por la forma en que el cine situaba su contacto con el espectador no en un objeto sino en una exhibición y, por tanto, la experiencia estética estribaba (y estriba) en la reproducción, qué no habría dicho de las grabaciones caseras de la televisión que potenciaron esa capacidad del medio audiovisual.

Los VMT surgieron cuando alguien (uno de esos que son muchos y que serán para siempre anónimos) colocó en un mismo video cassette dos películas o diferentes capítulos de tal o cual programa. Si lo que dejó de importar con el VMT fue la presencia en un tiempo determinado (un horario de programación), se encumbró el sentido o la intención de tener este o aquel programa junto a este o aquel otro programa, la definición en sí del mix auditivo o visual.

Sólo habrá que recordar la primera piratería que surgió en este país. Ya en formato VHS (que surgió casi el mismo año que el formato Betamax) se podían conseguir dos películas en un mismo cassette. Las películas no estaban reunidas aleatoriamente. La piratería “sabía” que, además de ofrecer un mejor precio, brindaban una guía de visualización. Por eso, Ricky Ricón (Petri, 94) venía con El guardían de las palabras (Hunt y Johnson, 94), y El caldero mágico (Berman y Rich, 85) compartía habitación con El último unicornio (Bass y Rankin Jr., 82). Cuando se escogía en un puesto de tianguis una película, uno descubría la “plusvalía”, un algo más agregado a nuestra compra. Y lo más curioso era que la relación entre las dos películas, a pesar de que casi siempre tenía un anclaje objetivo (un mismo actor, un mismo género, etcétera), surgía subjetivamente: lo importante es que, por el precio de una, se tenían dos y en el comprador se completaba el ciclo del sentido de por qué estaban en un mismo cassette.

Las siglas VMT hacen referencia a cualquier compilación de video en un mismo medio (ya sea un cassete, un dvd o un archivo de video), pero VMT denomina a un grupo más reducido de compilaciones con algunas reglas (bastante flexibles, por cierto): en vez de poner unidades completas (un capítulo íntegro, una película), se seleccionan clips; las grabaciones son low-fi (hay una cierta pérdida de prestigio si los clips provienen de internet); y no se indica la fuente de la que se obtienen (no se dice qué película es o como se llama el programa). Los resultados que arroja internet cuando se introduce “video mix tapes” o “vmt” son un número indefinido y sin clasificar de videos compilatorios con clips de pornografía graciosa o grotesca, pilotos de series ridículas, escenas ultragore, programas japoneses sin pies ni cabeza y un largo etcétera. Esos VMT específicos existen antes de internet y al principio se repartían físicamente de mano en mano, pero el avance tecnológico y la ventaja comunicativa de la red de redes hizo que la forma de distribución cambiara (ahora, los VMT se descargan), pero no perdió el espíritu de rescatar lo más raro entre lo raro y lo más bizarro entre lo bizarro.

Tal vez el VMT es ya anticuado frente al gigante Youtube. Sin embargo, la magna base de videos, reina de muchísimos de nuestros corazones, carece del elemento principal del VMT: el sentido de la compilación. Con Youtube se perdió, en cierto sentido, la “undergroundidad”; los talk show noruegos o los realities angolenses son accesibles a la distancia de un click, pero toda esta posibilidad de acceso no compite en la misma liga que el feelin´ de la compilación del VMT. Esa es la razón de que sigan existiendo: a pesar de que Youtube nos da todo, nos lo da indefinido, puesto en un mar inconcebible de información (se dice que una persona necesitaría 600 años para ver todo el contenido de Youtube). Y para encontrar entre todo ese enjambre un hilo conductor… En resumen, Youtube da una exhibición a expensas de la compilación y lo específico del mix, el corazón y entrañas de los VMT.

El mejor camino para adentrase en este movimiento del video es descargar el más famoso (e infame) de los VMT: Retardo-tron. Esta compilación, que no fue la primera, resume y expone todas las posibilidades del VMT. Cuando se ve ese pastiche de clips, sin ningún prólogo explicativo, se accede a ese sentimiento y esa mirada que tiene Max Renn cuando ve por primera vez un asesinato en vivo. Lo mejor de todo es redescubrir ese asombro frente la falta de coordenadas explicativas del VMT. ¿Quién lo hizo?, ¿quién lo subió?, ¿de dónde obtuvo los clips? Al no tener referencias, no se puede entender a cabalidad qué es eso. Creo, incluso, que ni siquiera el compilador sabe qué es. Videodrome (Cronenberg, 83) está, efectivamente, vivo y nosotros no somos las primeras víctimas. Retardo-tron no es una joya de la cultura del video, es una de sus más deplorables expresiones. Eso lo hace un documento digno de verse. Quienes amen la serie B y la serie Z lo entenderán completamente.



Retardo-tron es el primer paso hacia abajo. Necesariamente, se verá Retardo-tron 2; después Amok Assault Video, Evil Video, Ultimate Ultragore Splatter Tape (recomendado), Video Waste Land Compilation, Assylum for Shut ins Video Psychotherapy (que demuestra que hasta entre los VMT hay razas. Éste es aburrido y pretencioso hasta la médula), Future Schlock 1, Gravedigger Eye Polution y etcétera.

Hay tantos VMT como lo permitan dos de las capacidades humanas más ignoradas y más fundamentales de la era de la información: la clasificación y la selección. Los compiladores de estas experiencias visuales son administradores de lo que percibimos, nos entregan un “todo” que sólo se define porque empieza y acaba en un momento: nada es unitario en los VMT. Al espectador le toca una gran decisión: quitar el mixtape porque no tiene razón de ser o disfrutar del sinsentido.

Comentarios:
12.12.11
El osito del dub dice:
¿Qué diría Roland Barthes de esto?
03.05.19
anto desouza dice:
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comentarios.