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Cine de ciencia ficción hasta antes del 11-S

por Fernando Bustos Gorozpe

 

(Debido a la gran cantidad de cintas de ciencia ficción existentes, hay muchas grandes o interesantes películas que no están mencionadas en este texto a causa de la extensión así como de la intensión primordial por  mencionar las que quizá sí fueron las más populares).

 

La ciencia ficción dio a luz en manos de George Méliès y su cinta Le voyage dans le lune (1902) en la que se narraba una historia de corte fantástica, futurista y con tufos de misticismo donde se mostraba a un grupo de alquimistas mandando un cohete a la luna con su ahora clásica escena en que éste aparece estrellado en el ojo de nuestro satélite natural. Méliès fue el primer visionario que se las jugó con la difícil tarea de llevar dos obras literarias (“De la Tierra a la Luna” de Julio Verne y “Los primeros hombres en la Luna” de Herbert George Wells) a la pantalla grande y que se las ideo para mostrarnos escenas que superaban a la realidad de su momento, dotando a la cámara ya no sólo de un poder para contar historias con imágenes sino también volviéndola posibilitadora de historias ficcionarias  a partir de mínimos supuestos científicos; jugar con la imaginación y la tecnología.

 

El género, que en sus principios mucho mamó de la fantasmagoría, del  arte de hacer aparecer espectros o fantasmas por ilusiones de óptica, una vez que fue medianamente concientizado por el público comenzó a ganar un importante terreno en la industria cinematográfica a razón de sus encantos narrativos que hipnotizaban a la gente ante historias fantásticas, siendo posiblemente el primer género que logró posicionar realmente al espectador dentro de las cintas como la 4ta pared expectante.

La importancia del género, aunque hoy minimizada por muchos amantes del cine de arte, radica en la representación de modelos a distancia que guardan paralelismos con nuestra sociedad, la ciencia ficción surge como lugar de representación de la literatura y de los sueños debido a su propia esencia que posibilita la creación y proyección de mundos imaginarios, los cuales tienen su basamento en el mundo sensorial tal como las ideas imaginarias dentro del universo cartesiano. El género al hacer uso de la ficción termina por trabajar con la fantasía, la cuál desde una óptica psicoanalítica puede ser entendida como dispositivo de acción que permite tanto estructurar el mundo como lograr representaciones fantasmales (en el sentido de presencia/ausencia) que quizá fueron más visibles en los espectáculos de fantasmagoría en que la gente asistía a los actos con tal de ver representaciones de seres muertos con la ilusión y temor de que eso delante de ellos, aún no siendo real funcionase como si lo fuese. Étienne-Gaspar Robert, el creador de la fantasmagoría, narra en uno de sus ensayos[1] que incluso hubo una mujer que le ofreció dinero con tal de hacer aparecer la imagen de su esposo muerto aún sabiendo que el espectro era una ilusión óptica que distaba de ser real y que en el momento en que él accedió y ella pudo visualizar al “fantasma” de su esposo su dolor se suavizó: “da igual que no exista, sirve como modelo de acción” esa es la función de la fantasía. Bajo este punto es que la ciencia ficción se vuelve sugerente al espectador, en la medida en que trabaja con elementos inexistentes pero que se mueven bajo el universo de mundos posibles que aunque tal vez no conoceremos ni viviremos, bien nos sirven para replantear situaciones de todo tipo: terror, comedia, aventura, guerra, etc.

 

Así, la ciencia ficción bajo dos grandes panoramas: distopía y utopía, ha pasado por diferentes etapas en las cuales el género se ha concentrado en trabajar problemáticas particulares como si por consenso se fueran estableciendo los temas a abordar por años o por décadas. En cuestión de ánimos y de cierto romanticismo –personal-  el mejor cine de ciencia ficción parece situarse en la antesala de los 90’s  con cintas que se aventuraron a incursionar con el uso de tecnología, técnicas y temáticas con tal de lograr conectar con el espectador no sólo a un nivel estético sino ideológico en el estricto sentido de la ciencia ficción, es decir, a partir de plantear mundos alternos donde la ciencia y la tecnología juegan un papel trascendental (en sentido kantiano) para la historia y en que el futuro es casi siempre el escenario idóneo.  Luego de Le voyage dans la Lune el cine era un campo abierto esperando a ser jugado y donde la literatura –la siempre incomodada amante-  ya llevaba gran camino recorrido que bien servía por lo menos de plataforma para cualquier experimento serio.

Lo interesante de este género hasta los 90’s fueron (son) las problemáticas abordadas que seguían abiertas y no quedaban reducidas a unas pocas: Metropolis (Lang, 1927) con construcciones modernistas que hicieron mano del art deco, cuestionaba con aires de marxismo las clases sociales a partir de una era industrializada como previniéndose a los modelos económicos; 2001: Odisea en el espacio (Kubrick,1968) y Solaris (Tarkovski, 1972) abordaban el encuentro del hombre con él mismo y sus fantasías en el espacio exterior, en el infinito;  Naranja mecánica (Kubrick,1971) dibujó el uso de la tecnología aplicada a los cambios conductuales como crítica al conductismo; Star Wars: A New Hope (Lucas, 1977) proponía un universo futuro similar a la República Romana donde la lucha simplemente se libraba entre el bien y el mal de manera no centralizada; Encuentros cercanos del tercer tipo (Spielberg,1977) planteaba el futuro escenario de encuentro entre seres de otro planeta con los humanos con toda la duda y temor que cualquier encuentro con otra raza más avanzada en conocimientos pudiese suponer;  Blade Runner (Scott,1982) se  centró en problematizar el remplazo del humano por máquinas pensantes que emulan físicamente al hombre pero que presentan de forma extraña un vacío existencial a la vez de una violencia desproporcional;  E.T. (Spielberg,1982) narró la llegada de un ser de otro planeta que de manera afectuosa sólo buscaba regresar a su casa; Volver al futuro (Zemeckis,1985) como película meramente familiar contaba los viajes en el tiempo de Martin McFly y sus preocupaciones por arreglar su vida pasada, presente y futura; La mosca (Conenberg, 1986) representó un viaje kafkiano posibilitado por la tecnología; Terminator (Cameron,1984) la preocupación por la inteligencia artificial y la confianza por las máquinas.  Antes de los 90’s la ciencia ficción parecía llena de vida y con un futuro promisorio en el campo de los supuestos en tanto que servían como metáforas de expansión que permitían dibujar futuros panoramas para ser comprendidos y dialogados, el mal estaba desprovisto de una cara y aunque existía la lucha entre el bien y el mal esto se entendía mayormente de forma maniquea, incluso en el encuentro de hombre con sus propias fantasías el hombre encontró lo peor de él en su misma persona pero rara vez en el diferente. 

 Es a principios de los 90’s que Hollywood se termina casi de analogar al género hasta  el punto de parecer reconfigurar las temáticas y comenzar a dibujar en  la pantalla grande la ideología y los más grandes temores de EEUU; los 90’s se vuelven el preludio de cintas meramente apocalípticas y catastróficas donde el futuro ya no puede pensarse sino distópicamente, y donde el bien está  personificado por algún ciudadano norteamericano que tendrá que luchar contra el mal que siempre está revestido como otro de fuera (extranjero, extraterrestre, la naturaleza): El día de la Independencia (Emmerich,1996), Tornado (Jan de Bont, 1996), Volcano (Mick Jackson,1997), Men in Black (Sonnenfield,1997), Contacto (Zemeckis,1997), Starship Troopers (Verhoeven,1997), Esfera (Levinson,1998), Deep Impact (Mimi Leder, 1998),  Armageddon (Bay, 1998) son cintas que sirven para generalizar a éste genero en los 90´s como fatalista, habiendo pocas creaciones interesantes y propositivas entre las que destacaron Matrix (Larry y Andy Wachowski, 1999), Gattaca (Andrew Niccol, 1997) e Inteligencia Artificial (Spielberg, 2001).

 

La ciencia ficción de los 90’s  se concentró en representar todas las pesadillas circundantes al american dream y que terminaron volviéndose realidad en el atentado del 11-S. Lo ocurrido en la Torres Gemelas fue la cosificación de esa fantasía que llevaba años reflejándose en la pantalla, la fantasía (pesadilla) prohibida de EEUU volviéndose realidad y que a pesar de lo trágico se asemejaba a cualquier escena del cine que tan rentable les era; pero el 11-S en última instancia –recordando a Slavoj Zizek- sólo terminó por servir como colchón ideológico de sus políticas ocupacionistas bien reflejadas ya en su cine donde EEUU es representado como la encarnación del bien que luchará contra todo aquello que sea una amenaza al american way of life y que cuenta con un respaldo metafísico al recordar constantemente la sentencia que se encuentra en sus billetes: “In god we trust”.

 

EEUU se ha vuelto el principal fabricante de películas  que exportan no sólo arte sino también ideología como de antaño lo hacían las grandes potencias mundiales y que se visualiza de forma más clara con el cine después de lo atentados de New York. Y aunque la ciencia ficción no queda reducida a Hollywood, ha sido tanto su hegemonía, que ha hecho pasar al cine de ciencia ficción de bajo presupuesto como meras cintas de arte que no llegan a las carteleras de los cines en el común de los casos. El cine de ciencia ficción se encontró con un declive o por lo menos estancamiento cuando los temas se concentraron alrededor de las pesadillas y sueños ideológicos de la nación que más dinero invierte en cine. Recordando a Deleuze: “Si estás atrapado en el sueño del otro estás perdido”... sobre todo si es una pesadilla.

 

11.09.13

 

[1] Prfr. Fragmento del capítulo IX del primero de dos volúmenes de Mémoires récréatifs, scientifiques et anecdotiques du physicien-aéronaute. E.G. Robertson, París, Librairie enciclopédique de Roret, 1840. Publicado en la Revista “Luna Cornea”, México, numero 28, 2004

Fernando Bustos Gorozpe


@ferbustos

Filósofo. Especialista en nada. Profesor en la universidad Anáhuac Norte. Colabora también en: La Tempestad, Nexos, La ciudad de Frente y Cuadrivio.

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