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Precoces notas de pornografía

Y ya en las antípodas del mes pornográfico, presentamos, del ronco pecho de una crítica y realizadora de cine, unas pinceladas abstractas en torno a lo que para ella significa haber sido una espectadora cultural de esa manera de hacer cine también. Escogimos ilustrar esta nota con un cuadro sacado de El último tango en París (Bertolucci, 1972), pues sentimos esa pieza fílmica muy cercana a lo que busca expresar el texto abajo contenido.

 

por Verónica Ramírez

 

Modelo de reapropiación de las imágenes que se convierten en parte de memorias infringidas por el estereotipo de una caricatura viral. Reacción, mancuerna, tornillos, ingeniería fáctica, erótica, sexual e infame.

Uniendo el punto A con el punto B, haciendo una metamorfosis hasta llegar al clímax, descolorida textura de piel de sirena. Multifacético vaivén por el continuo inerte, maquinaria corpórea.

Estimulando…

La cantidad grandiosa de carne, el espacio oscuro de la cerradura para mirar, regresamos a la inquietud infantil para acceder al juego virtual.

Nada pide. Todo lo ofrece. Lo suficiente para llegar al destino, excitación y desenlace. Donde la ansiedad recupera la fuerza, convirtiéndose en reina sin corona.

Estás a un solo un clic de reanudar la experiencia.

Piernas que abrazan un cuerpo, que ha dejado de ser singular, ahora pertenece a los fluidos. Estándar predeterminado por la moralidad de lo correctamente sexual.

Nadie escapa de la postura en picada, que recibe gozosa la saliva compartida, de diferentes bocas, de diferentes sexos, porque de vaginas y penes están llenas las estanterías de los poetas.

La danza sexual coreografiada por orgasmos y eyaculaciones programadas, la falsedad de un cuento es en su encanto: el sexo.

Un espectáculo final, bañado por un guión, rodaje, y repetición, la playlist generosa.

 

Pero también existe otra pornografía, esa que nunca será censurada en redes sociales, la cual no transgrede a simple vista, pero que cala más.

Lo aparente no es fondo.

La pornografía sentimental, bajo la misma mecánica del estímulo-respuesta también satisface los sentidos, perpetuando los sonidos cadenciosos de la palabra “romance”.

Esta idea es vendida al género femenino (en su mayoría), presente desde la infancia bajo las historias de princesas, hasta las chick-flicks o comedias románticas. Historias rosas y tramposas, que perpetúan un símbolo ideal.

Al final nos exponen la misma playlist generosa, que se termina justo cuando la reproducción ha contado su relato.

Es inevitable hacer una comparación entre las diferentes pornografías, ambas parten de la ficción, de este juego de la representación en parte construye el rol del yo.

Detonando en figuras de hombres y mujeres desnudos, caminando sobre el asfalto de las expectativas  que chocan entre sí, por falta de ser intencionalmente opuestos y expuestos. La pornografía sentimental es más perversa.

Las fantasías acarician la trascripción táctil, a medida que la pornografía se vuelve más próxima, más accesible, pierde ese rasgo transgresivo y es aquí donde quizás podríamos indagar, sólo para abrir boca sobre lo no aparente, orgasmo auditivo, orgasmo visual, interior. 

 

30.10.13

Veronica Ramirez


@vehuitz1
Realizadora, guionista lunar en el arte y oficio del movimiento.....ver perfil
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